Estados Unidos (EEUU) asumió el control del aeropuerto de Puerto Príncipe, por donde está llegando la ayuda internacional para las víctimas del terremoto, luego de detectarse graves carencias para la operativa de la terminal aérea
Los vuelos estuvieron suspendidos por varias horas el jueves al verse saturada la capacidad del aeropuerto y del espacio aéreo por la llegada de los aviones con socorristas y materiales de todo tipo.
“Ahora el aeropuerto funciona las 24 horas”, dijo el portavoz estadounidense Philip Crowley, aunque destacó que es una terminal con muchas limitaciones, con una sola pista y poco espacio.
Por otra parte, un portaaviones estadounidense, el “Carl Vinson”, está en camino hacia Haití para servir como base para las operaciones de los helicópteros que están cumpliendo funciones de auxilio a las víctimas.
La embarcación está equipada con un sistema de purificación de agua, decenas de camas, tres salas de operaciones y un puente de aterrizaje con posibilidad de atender varios helicópteros en forma simultánea.
En tanto, el Pentágono aprobó el envío de 3.500 soldados para dar asistencia en materia de seguridad en Haití, cuya capital quedó sumida en el caos, con saqueos en distintas zonas.
El jueves se advirtió del peligro que presenta la situación sanitaria luego del terremoto, en un país ya de por sí afectado por una miseria endémica y privado de infraestructuras esenciales.
Expertos en esta área advirtieron sobre los riesgos de epidemias, fundamentalmente debido al agua contaminada.
En medio del caos y la desesperación, ya empieza a hablarse de la reconstrucción de Haití.
El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, planteó a su colega de Estados Unidos, Barack Obama, la convocatoria a una conferencia internacional urgente con ese propósito, a la cual serían invitados especialmente Brasil y Canadá, dijo un informe divulgado por la presidencia en París.
Según Sarkozy, la idea de un trabajo conjunto con ese objetivo fue inmediatamente aceptada por Obama y se esperan contactos en las próximas horas con el presidente Lula y el primer ministro Harper de Canadá.
Fuente El Espectador de Uruguay